La contribución de los trabajadores extranjeros a la economía italiana fue clave en 2023, con 2,4 millones de inmigrantes generando 164.000 millones de euros de valor añadido, equivalente al 8,8% del PIB nacional. Estos datos provienen del XIV Informe anual sobre la economía de la inmigración, elaborado por la Fundación Leone Moressa. Además, los inmigrantes pagaron 4.500 millones de euros en impuestos sobre la renta.
Aunque representan el 10% de la fuerza laboral total en Italia, un porcentaje inferior al de otros países europeos como Alemania (14,7%), el número real de trabajadores extranjeros podría ser mayor. Se estima que 3,4 millones de ellos trabajan en el país, pero muchos dejan de figurar en las estadísticas tras obtener la ciudadanía italiana. Entre 2019 y 2023, cerca de 800.000 inmigrantes obtuvieron la ciudadanía.
En términos de valor añadido, los trabajadores extranjeros superaron en 2023 los niveles prepandemia de 2019, cuando su contribución fue de 148.000 millones de euros. Los sectores de servicios, agricultura y construcción destacan como los más beneficiados por esta mano de obra. En particular, los extranjeros representan el 30% de los empleados en servicios personales, el 17% en hoteles y restaurantes, el 18% en agricultura y el 16% en construcción. No obstante, solo el 8,7% ocupa puestos especializados, mientras que el 30% desempeña trabajos poco cualificados.
La importancia de los trabajadores extranjeros se incrementa debido a la dinámica demográfica italiana, que proyecta una reducción del 21% de la población en edad laboral entre 2023 y 2070. Este descenso, sumado al envejecimiento de la población local, resalta la creciente necesidad de mano de obra inmigrante. La media de edad de los extranjeros en Italia es de 35 años, en comparación con los 46 años de los ciudadanos italianos, lo que los convierte en un recurso esencial para el sistema productivo del país en las próximas décadas.